No sabemos de donde salen estas letras, si las hacía una sola persona o eran un estilo general, pero sí sabemos que en cualquier tienda o mercado que se precie unos cuantos cartelitos con el precio estarán rotuladas con esta especie de caligrafía carolina desmadrada, rodeados de otros portaprecios más modernos ya hechos a máquina.

La lista de raciones de los bares, los precios de las tiendas de frutos secos, las fruterías, pescaderías y carnicerías tenían estas pequeñas letras que pintaban rotulistas ambulantes que iban entrando en los negocios a ver si necesitaban algún rótulo nuevo. Quedan montones de ellos en todas partes, pero su futuro es ir desapareciendo poco a poco, ya que nadie les da importancia.

Cuando los dueños de La Carmencita, mi tienda de patatas fritas de confianza (sí, en Madrid tenemos de eso) se jubilaron, y vi que los nuevos dueños habían sustituido los antiguos carteles de Ganchitos, Kikos o Almendras por unos novísimos y anodinos, pregunte qué habían hecho con los viejos y me trajeron del sótano una caja de chupachups llena de tesoros que siempre quise convertir en tipografía.

Por fin, nos complace presentar para la colección Madriles de las flamantes Manufacturas Tipográficas Madrileñas, a Cebada 17, con diferentes anchos, inclinaciones, y con la posibilidad de agrandar las matúsculas para imitar el estilo de estos antiguos cartelitos.

Y, ¿por qué Cebada 17? Allí está mi mercado más cercano, donde la buena gente de Hermanos Valle, Frutas Maneiro o Carnes del Fuego, entre otros, siguen usando estas joyitas y me dejaron darles la tabarra y hacer fotos para vosotros.