A finales del siglo XX no era exagerado decir que la mitad de los bares madrileños tenían los cristales pintados con la misma letra extraña e inconfundible: una especie de serif con poco contraste y unas extrañas hojitas laterales pintadas en los ventanales con colores básicos de Titanlux.

Yo pensaba que era un estilo, un tipo de rotulación local madrileño, hasta que caí en este artículo del jran blog Vicisitud y Sordidez y descubrí que no era un estilo sino una persona: Tony Encinas. De hecho, su firma o un pequeño T.E. aún pueden verse en la esquina de listas de bocadillos y raciones que se pintaron originalmente en pesetas. Encinas no pareció ser un rotulista vocacional, ni siquiera tener un poco de interés por aprender o mejorar en su oficio, y simplemente encontró una manera de ganarse la vida como cualquier otra. En cierta manera es muy madrileño eso de que tu estética dependa de alguien a quien le importa un pimiento y Encinas se convirtió en un ser mítico para los amantes de los rótulos y del colesterol malo.

Al ser la letra de Encinas completamente anárquica e imposible (o terrible) de copiar sin más, nos hemos permitido el lujo de rehacerla, de encontrar lo que creemos que puede salvarse de su estilo y de mejorarlo, aún a riesgo de perder la gracia por el camino. Incluso hemos incluido minúsculas (cosa que nunca hemos visto en el original) y la posibilidad de esconder los pinchos laterales para usarse donde el original sea demasiado encinista. Hacer tu versión de una letra que no te gusta tiene su encanto, era un trabajo sucio pero alguien tenía que hacerlo.

Hoy muchos de esos bares abiertos en los 70 y 80 han cerrado por jubilación, y en los que siguen abiertos las letras de Encinas no han aguantado el paso del tiempo o de las modas. Lo que antes era omnipresente ahora es raro de ver, y pronto poca gente sabrá de dónde sale esta tipografía con brotes raros a los lados.

Para nombrar nuestra Encinas hemos elegido un rótulo con solera y que, esperemos, dure mucho tiempo en su sitio: el de Los Caracoles de Cascorro, un viejo bar con salud de hierro donde Manufacturas Tipográficas Madrileñas celebra sus juntas de accionistas.